Por Jenny Ahlstrom
Extracto tomado de Why We Sleep (Por qué dormimos) de Matthew Walker. Este es un libro completamente fascinante sobre los efectos del sueño y la salud. Recomendamos encarecidamente este libro a los pacientes tanto a con mieloma como a los cuidadores.
Alguna vez llegue decir: "El sueño es el tercer pilar de una buena salud, junto con la dieta y el ejercicio". He cambiado de opinión. El sueño más que un pilar; es la base sólida sobre la cual los otros dos pilares de la salud se sitúan. Elimine la base del sueño o debilítelo un poco, y tanto una alimentación saludable como el ejercicio físico se volverán menos que efectivos, como ya veremos.
Cada sistema vital, órgano y tejido de su cuerpo sufren cuando se limita el sueño. Ningún aspecto de su salud puede exponerse ante los efectos de la pérdida de sueño y salir ileso. Como el agua de una tubería que se reviente en su hogar, los efectos de la privación del sueño se filtrarán en cada rincón de su organismo, hasta en las células, e incluso alterarán la parte más fundamental de su ser: su ADN.
El dormir permite la lucha contra las infecciones y las enfermedades mediante el despliegue de todo tipo de arsenal dentro de su sistema inmune, revistiéndolo de protección. Cuando se enferma, el sistema inmune estimula activamente el mecanismo del sueño y exige más descanso para ayudar a reforzar la batalla. Reduzca el sueño incluso por una sola noche, y ese traje invisible de resistencia inmunitaria es despojado abruptamente de su cuerpo.
No importa en qué circunstancias inmunológicas se encuentre, ya sea la preparación para recibir una vacuna para ayudar a reforzar la inmunidad, o movilizar una poderosa respuesta inmune adaptativa para vencer un ataque viral, el dormir, y una noche completa, es obligatorio.
No son necesarias muchas noches de sueño corto antes de que el cuerpo se vuelva inmunológicamente débil, y aquí el tema del cáncer se vuelve relevante. Las células “Natural Killer” (asesinas naturales, en español), son un escuadrón élite y poderoso dentro de las filas de su sistema inmune. Imagine las células asesinas naturales como los agentes del servicio secreto de tu cuerpo, cuyo trabajo es identificar elementos extraños peligrosos y eliminarlos, de ser necesario.
Una de esas entidades extrañas a las que se dirigen las células asesinas naturales son las células tumorales malignas (cancerosas). Las células asesinas naturales perforarán efectivamente un agujero en la superficie externa de estas células cancerosas e inyectarán una proteína que puede destruir la malignidad. Lo que se quiere, por lo tanto, es un grupo eficaz de estas células inmunes similares a James Bond en todo momento. Eso es precisamente lo que no tienes cuando duerme muy poco.
El Dr. Michael Irwin de la Universidad de California, Los Ángeles, realizó estudios longitudinales que revelaron cuán rápida y significativamente una limitada dosis de sueño breve puede afectar las células inmunes que combaten el cáncer. Al examinar a hombres jóvenes sanos, Irwin demostró que una sola noche de cuatro horas de sueño, como irse a la cama a las tres de la mañana y despertarse a las siete de la mañana, barrió con el 70% de las células asesinas naturales que circulan en el sistema inmune, en comparación con un noche de sueño de ocho horas completas. Ese es un estado crítico de deficiencia inmune al cual su organismo se tiene que enfrentar , y sucede rápidamente, después de esencialmente sólo una "mala noche" de sueño. Podrías imaginar el estado de debilidad de su arsenal inmune que combate el cáncer después de una semana de poco sueño, o mucho peor de meses o incluso años.
Con cada año que pasa de investigación, más formas de tumores malignos se relacionan con un sueño insuficiente. Un gran estudio europeo de casi 25,000 personas demostró que dormir seis horas o menos se asoció con un 40% más de riesgo de desarrollar cáncer, en comparación con aquellos que duermen siete horas por noche o más. Se encontraron asociaciones similares en un estudio que evaluó a más de 75,000 mujeres en un período de once años.
Parte del problema se relaciona con la influencia activadora del sistema nervioso simpático, ya que puede llegar a sobrecargarse debido a la falta de sueño. Aumentar el nivel de actividad nerviosa simpática en el cuerpo provocará una respuesta inflamatoria innecesaria y sostenida por parte del sistema inmune. Si se mantiene en funcionamiento sin un descanso a su estado de reposo, se provoca una inflamación crónica inespecífica que causa múltiples problemas de salud, incluidos los relacionados con el cáncer.
Se sabe que el cáncer usa la respuesta inflamatoria para su beneficio. Por ejemplo. algunas células cancerosas atraen a los factores inflamatorios hacia la masa del tumor para ayudar a iniciar el crecimiento de los vasos sanguíneos que lo alimentan con más nutrientes y oxígeno. Los tumores también pueden usar factores inflamatorios para ayudar a dañar y mutar aún más el ADN de sus células cancerosas, aumentando la potencia del tumor. Los factores inflamatorios asociados con la privación del sueño también pueden ayudar a movilizar físicamente parte del tumor de sus amarras locales, lo que permite que el cáncer eleve sus anclas y se disemine a otras partes del cuerpo.
La falta de sueño estimulará estos procesos de amplificación y propagación del cáncer, como lo han demostrado estudios recientes del Dr. David Gozal en la Universidad de Chicago. En su estudio, a los ratones se les inyectaron por primera vez células malignas, y la progresión del tumor se rastreó durante un período de cuatro semanas. A la mitad de los ratones se les permitió dormir normalmente durante este tiempo; la otra mitad tuvo su sueño parcialmente interrumpido, reduciendo la calidad general del sueño.
Los ratones privados de sueño sufrieron un aumento del 200% en la velocidad y el tamaño del crecimiento del cáncer, en relación con el grupo con buen sueño. Cuando Gozal realizó la autopsia de los ratones, descubrió que los tumores eran mucho más agresivos en los animales con deficiencia de sueño. En estos, el cáncer se había metastatizado y se había diseminado a los órganos, tejidos y huesos circundantes. En estudios posteriores, Gozal ha demostrado que las células inmunitarias, llamadas macrófagos asociados a tumores, son una de las causas principales de la influencia cancerosa de la pérdida de sueño. Descubrió que la falta de sueño disminuirá una forma de estos macrófagos, llamados células MI, que de otra manera ayudarían a combatir el cáncer. Sin embargo, la falta de sueño aumenta los niveles de una forma alternativa de macrófagos, llamados células M2, que promueven el crecimiento del cáncer.
El Dr. Derk-Jan Jijk, que dirige el Centro de Investigación del Sueño de Surrey en Inglaterra, ha demostrado que los efectos del sueño insuficiente sobre la actividad genética son tan sorprendentes en los humanos como en los ratones. Dijk y su prolífico equipo examinaron la expresión génica en un grupo de hombres y mujeres sanos después de haberlos restringido a seis horas de sueño por noche durante una semana, todo bajo estrictas condiciones de laboratorio. Después de una semana de sueño levemente reducido, la actividad de unos considerables 711 genes se vió alterada, en relación con el perfil de actividad genética de estos mismos individuos cuando obtenían ocho horas y media de sueño durante una semana. Curiosamente, el efecto fue en ambas direcciones: aproximadamente la mitad de esos 711 genes habían acelerado anormalmente su expresión por la pérdida de sueño, mientras que la otra mitad había disminuido su expresión, o se había limitado por completo. Los genes que habían incrementado su expresión incluyeron aquellos relacionados con la inflamación crónica, el estrés celular y diversos factores que causan enfermedades cardiovasculares. Entre los que la disminuyeron se encuentran los genes que ayudan a mantener un metabolismo estable y una respuesta inmune óptima.
La falta de sueño hace más que alterar la actividad y la expresión de tus genes; ataca la misma estructura física de tu material genético. Las hebras espirales de ADN de las células flotan en el núcleo, pero se unen herméticamente en estructuras llamadas cromosomas, en lugar de unir hilos individuales para formar un cordón resistente. Y al igual que los cordones de los zapatos, los extremos de los cromosomas deben estar protegidos por un capuchón o punta adhesiva. Esa cubierta protectora se llama telómero. Si los telómeros al final de los cromosomas se dañan, las espirales de su ADN quedan expuestas y su código genético vulnerable ahora no puede funcionar correctamente, como un cordón deshilachado sin punta. Al limitar tu sueño estás decidiendo realizar una manipulación de ingeniería genética cada noche, alterando el alfabeto nuclear que determina tu estado de salud cada día.
Por Jenny Ahlstrom
Extracto tomado de Why We Sleep (Por qué dormimos) de Matthew Walker. Este es un libro completamente fascinante sobre los efectos del sueño y la salud. Recomendamos encarecidamente este libro a los pacientes tanto a con mieloma como a los cuidadores.
Alguna vez llegue decir: "El sueño es el tercer pilar de una buena salud, junto con la dieta y el ejercicio". He cambiado de opinión. El sueño más que un pilar; es la base sólida sobre la cual los otros dos pilares de la salud se sitúan. Elimine la base del sueño o debilítelo un poco, y tanto una alimentación saludable como el ejercicio físico se volverán menos que efectivos, como ya veremos.
Cada sistema vital, órgano y tejido de su cuerpo sufren cuando se limita el sueño. Ningún aspecto de su salud puede exponerse ante los efectos de la pérdida de sueño y salir ileso. Como el agua de una tubería que se reviente en su hogar, los efectos de la privación del sueño se filtrarán en cada rincón de su organismo, hasta en las células, e incluso alterarán la parte más fundamental de su ser: su ADN.
El dormir permite la lucha contra las infecciones y las enfermedades mediante el despliegue de todo tipo de arsenal dentro de su sistema inmune, revistiéndolo de protección. Cuando se enferma, el sistema inmune estimula activamente el mecanismo del sueño y exige más descanso para ayudar a reforzar la batalla. Reduzca el sueño incluso por una sola noche, y ese traje invisible de resistencia inmunitaria es despojado abruptamente de su cuerpo.
No importa en qué circunstancias inmunológicas se encuentre, ya sea la preparación para recibir una vacuna para ayudar a reforzar la inmunidad, o movilizar una poderosa respuesta inmune adaptativa para vencer un ataque viral, el dormir, y una noche completa, es obligatorio.
No son necesarias muchas noches de sueño corto antes de que el cuerpo se vuelva inmunológicamente débil, y aquí el tema del cáncer se vuelve relevante. Las células “Natural Killer” (asesinas naturales, en español), son un escuadrón élite y poderoso dentro de las filas de su sistema inmune. Imagine las células asesinas naturales como los agentes del servicio secreto de tu cuerpo, cuyo trabajo es identificar elementos extraños peligrosos y eliminarlos, de ser necesario.
Una de esas entidades extrañas a las que se dirigen las células asesinas naturales son las células tumorales malignas (cancerosas). Las células asesinas naturales perforarán efectivamente un agujero en la superficie externa de estas células cancerosas e inyectarán una proteína que puede destruir la malignidad. Lo que se quiere, por lo tanto, es un grupo eficaz de estas células inmunes similares a James Bond en todo momento. Eso es precisamente lo que no tienes cuando duerme muy poco.
El Dr. Michael Irwin de la Universidad de California, Los Ángeles, realizó estudios longitudinales que revelaron cuán rápida y significativamente una limitada dosis de sueño breve puede afectar las células inmunes que combaten el cáncer. Al examinar a hombres jóvenes sanos, Irwin demostró que una sola noche de cuatro horas de sueño, como irse a la cama a las tres de la mañana y despertarse a las siete de la mañana, barrió con el 70% de las células asesinas naturales que circulan en el sistema inmune, en comparación con un noche de sueño de ocho horas completas. Ese es un estado crítico de deficiencia inmune al cual su organismo se tiene que enfrentar , y sucede rápidamente, después de esencialmente sólo una "mala noche" de sueño. Podrías imaginar el estado de debilidad de su arsenal inmune que combate el cáncer después de una semana de poco sueño, o mucho peor de meses o incluso años.
Con cada año que pasa de investigación, más formas de tumores malignos se relacionan con un sueño insuficiente. Un gran estudio europeo de casi 25,000 personas demostró que dormir seis horas o menos se asoció con un 40% más de riesgo de desarrollar cáncer, en comparación con aquellos que duermen siete horas por noche o más. Se encontraron asociaciones similares en un estudio que evaluó a más de 75,000 mujeres en un período de once años.
Parte del problema se relaciona con la influencia activadora del sistema nervioso simpático, ya que puede llegar a sobrecargarse debido a la falta de sueño. Aumentar el nivel de actividad nerviosa simpática en el cuerpo provocará una respuesta inflamatoria innecesaria y sostenida por parte del sistema inmune. Si se mantiene en funcionamiento sin un descanso a su estado de reposo, se provoca una inflamación crónica inespecífica que causa múltiples problemas de salud, incluidos los relacionados con el cáncer.
Se sabe que el cáncer usa la respuesta inflamatoria para su beneficio. Por ejemplo. algunas células cancerosas atraen a los factores inflamatorios hacia la masa del tumor para ayudar a iniciar el crecimiento de los vasos sanguíneos que lo alimentan con más nutrientes y oxígeno. Los tumores también pueden usar factores inflamatorios para ayudar a dañar y mutar aún más el ADN de sus células cancerosas, aumentando la potencia del tumor. Los factores inflamatorios asociados con la privación del sueño también pueden ayudar a movilizar físicamente parte del tumor de sus amarras locales, lo que permite que el cáncer eleve sus anclas y se disemine a otras partes del cuerpo.
La falta de sueño estimulará estos procesos de amplificación y propagación del cáncer, como lo han demostrado estudios recientes del Dr. David Gozal en la Universidad de Chicago. En su estudio, a los ratones se les inyectaron por primera vez células malignas, y la progresión del tumor se rastreó durante un período de cuatro semanas. A la mitad de los ratones se les permitió dormir normalmente durante este tiempo; la otra mitad tuvo su sueño parcialmente interrumpido, reduciendo la calidad general del sueño.
Los ratones privados de sueño sufrieron un aumento del 200% en la velocidad y el tamaño del crecimiento del cáncer, en relación con el grupo con buen sueño. Cuando Gozal realizó la autopsia de los ratones, descubrió que los tumores eran mucho más agresivos en los animales con deficiencia de sueño. En estos, el cáncer se había metastatizado y se había diseminado a los órganos, tejidos y huesos circundantes. En estudios posteriores, Gozal ha demostrado que las células inmunitarias, llamadas macrófagos asociados a tumores, son una de las causas principales de la influencia cancerosa de la pérdida de sueño. Descubrió que la falta de sueño disminuirá una forma de estos macrófagos, llamados células MI, que de otra manera ayudarían a combatir el cáncer. Sin embargo, la falta de sueño aumenta los niveles de una forma alternativa de macrófagos, llamados células M2, que promueven el crecimiento del cáncer.
El Dr. Derk-Jan Jijk, que dirige el Centro de Investigación del Sueño de Surrey en Inglaterra, ha demostrado que los efectos del sueño insuficiente sobre la actividad genética son tan sorprendentes en los humanos como en los ratones. Dijk y su prolífico equipo examinaron la expresión génica en un grupo de hombres y mujeres sanos después de haberlos restringido a seis horas de sueño por noche durante una semana, todo bajo estrictas condiciones de laboratorio. Después de una semana de sueño levemente reducido, la actividad de unos considerables 711 genes se vió alterada, en relación con el perfil de actividad genética de estos mismos individuos cuando obtenían ocho horas y media de sueño durante una semana. Curiosamente, el efecto fue en ambas direcciones: aproximadamente la mitad de esos 711 genes habían acelerado anormalmente su expresión por la pérdida de sueño, mientras que la otra mitad había disminuido su expresión, o se había limitado por completo. Los genes que habían incrementado su expresión incluyeron aquellos relacionados con la inflamación crónica, el estrés celular y diversos factores que causan enfermedades cardiovasculares. Entre los que la disminuyeron se encuentran los genes que ayudan a mantener un metabolismo estable y una respuesta inmune óptima.
La falta de sueño hace más que alterar la actividad y la expresión de tus genes; ataca la misma estructura física de tu material genético. Las hebras espirales de ADN de las células flotan en el núcleo, pero se unen herméticamente en estructuras llamadas cromosomas, en lugar de unir hilos individuales para formar un cordón resistente. Y al igual que los cordones de los zapatos, los extremos de los cromosomas deben estar protegidos por un capuchón o punta adhesiva. Esa cubierta protectora se llama telómero. Si los telómeros al final de los cromosomas se dañan, las espirales de su ADN quedan expuestas y su código genético vulnerable ahora no puede funcionar correctamente, como un cordón deshilachado sin punta. Al limitar tu sueño estás decidiendo realizar una manipulación de ingeniería genética cada noche, alterando el alfabeto nuclear que determina tu estado de salud cada día.
about the author
Jennifer Ahlstrom
Myeloma survivor, patient advocate, wife, mom of 6. Believer that patients can contribute to cures by joining HealthTree Cure Hub and joining clinical research. Founder and CEO of HealthTree Foundation.
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